Gerardo Esquivel. El Universal. 10 de julio de 2005
Histórica y tranquila son dos palabras que definen perfectamente a Comitán. Quien la visite tiene que saber que este rincón del estado cercano a Guatemala le tendrá preparada una buena dosis de historias por escuchar y revivir.
Conocida como La Frailesca de Comitán y Comitán de las Flores, fue fundada en 1527 por el español Pedro Portocarrero. Para los chiapanecos es un sitio de alto valor histórico, pues aquí fue firmada el Acta de Independencia de Chiapas en 1824, fecha que marcó el auge e incremento de su arquitectura colonial y provinciana.
Y es que en las calles y las casas de de Comitán se atesoran cientos de historias que han quedado atrapadas entre sus patios y muros de cantera y ladrillo. Conventos y haciendas establecidos por religiosos dominicos, le dieron a la región el impulso necesario para convertirse en uno de los centros agropecuarios más importantes del la frontera sur de México.
Dicharachera y respetada
Al iniciarse el siglo XIX, ya era una ciudad donde cabían las fiestas populares y las tertulias animadas por la música de pianos, muy al estilo de Tlacotalpan, en Veracruz.
Todavía hoy algunos comitecos recuerdan con gusto cuando por primera vez cruzó entre las calles un automóvil; o el día que vivieron la magia del cinematógrafo por dos pesos la tanda de tres películas; que decir cuando se inauguró la primera carretera que unía a la entidad con la capital a mediados de los años 50.
De igual forma, Comitán esperaría hasta 1959 para tener su primera línea telefónica y olvidarse del telégrafo. Es hasta 1963, en plena efervescencia del rock and roll y el inicio de la beatlemanía, que las ondas hertzianas entrarían a las casas del pueblo con su primera estación de radio.
Tierra de personajes ilustres
Fue en esta ciudad donde vivió sus años de infancia la notable escritora Rosario Castellanos. Aquí se nutrió de la prosa y los versos regionales, de las voces de sus habitantes, de las comidas del campo, los compases de la música interpretada al piano, así como de la presencia festiva de orquestas, poetas y actores.
Uno de los sitios imperdibles al visitar el pueblo es precisamente el Centro Cultural Rosario Castellanos.
Construido en los años 30, en un antiguo convento dominico. El patio principal alberga un busto en honor a la escritora. En el recinto se imparten con un taller de marimba y otro de textiles tradicionales. Hay que considerar dos obras de arte, la primera es un mural de la historia comiteca realizado por Rafael Muñoz López y la otra es el Juguetón, un homenaje al juguete popular mexicano.
Otro sitio que no puede dejar de acudir es el teatro de la Ciudad Junchavín. Este imponente edificio, construido en un estilo neoclásico muy propio del porfiriato. Un incendio acabó con él en 1940, fue restaurado y se tornó en cine. En los años 80 fue nuevamente readaptado como teatro de la ciudad y con el agregado Junchavín; actualmente se ha convertido en el principal foro artístico comiteco con una capacidad para 450 espectadores.
Visitar Comitán es respirar y recodar aquellos días en los que no cabía ni el automóvil, ni el teléfono, o el cine. Pero donde hoy los comitecos complacidos no dudaran en contárselo a usted.
Fuente:
http://www2.eluniversal.com.mx/pls/impreso/noticia.html?id_nota=23157&tabla=articulos
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